Curiosamente, a un mes de las elecciones, la candidata oficialista argentina, centró su campaña en los Estados Unidos, siendo Argentina el país de América Latina que peor imagen tiene de la primera potencia mundial. Pero este viaje se inscribe dentro de la estrategia de la senadora, de lograr ser percibida como el primer mandato y no como el segundo de un mismo ciclo. La historia muestra que, por lo general, un segundo período de un mismo presidente tiene más desgaste, la sociedad está más impaciente y crítica y tanto la opinión pública como los medios de comunicación no le otorgan el período de gracia o de luna de miel que tiene normalmente un primer mandato. Ello explica aquellas primeras consignas de su publicidad, planteando que el cambio recién comenzaba, lo que llevó al Presidente a afirmar que era necesario profundizar el cambio. Que la posible presidencia de Cristina sea percibida como el primer período de gobierno, no sólo es importante en términos socio-políticos, sino que también lo es para los agentes económicos. Kirchner siempre fue crítico y severo frente a ellos, mostrándose en más de un caso peor de lo que era en los hechos. Esta estrategia puede haber funcionado hasta ahora, pero la combinación de déficit energético, inflación volatilidad de los mercados mundiales, obligan a un cambio, que Cristina Kirchner parece entender como necesario. No será fácil para ella lograr ser percibida como el primer mandato y no como el segundo. Primero, porque es la candidata del oficialismo, segundo porque es la esposa del presidente, y tercero, porque lleva su mismo nombre político. Además, porque ella no podrá echarle la culpa al gobierno anterior y menos aún reconocer que muchas de las cifras económicas y sociales con las cuales Kirchner cierra su mandato, en realidad son consecuencia de la manipulación de las estadísticas oficiales y, por ende, no son reales. En la relación con el mundo, el problema a resolver concretamente es la escasa relevancia internacional de la Argentina. En marzo, el Presidente de Estados Unidos visitó América del Sur, estuvo en Brasil, Colombia y Uruguay; el mismo mes lo hizo el presidente de Alemania, quien visitó los dos primeros y Paraguay; casi simultáneamente, estuvo el mandatario de Italia, limitando su gira a Brasil y Chile; en julio, la gira sudamericana del primer ministro de Canadá se redujo a Chile y Colombia; el mismo mes estuvo en Uruguay, Brasil y Chile el Secretario del Tesoro de Estados Unidos; y en agosto el Secretario de Educación estadounidense limitó su viaje a los dos últimos países mencionados. De esta forma, ninguna de las seis giras de personalidades relevantes de los países del G7 que estuvieron en América del Sur, pasó por la Argentina, aunque el país es el segundo PBI de la región después de Brasil. Cristina Kirchner parece tener en claro el problema a resolver, que es volver a conectar a la Argentina con los países del mundo desarrollado. Por ello se explican sus viajes y su anuncio de que la Argentina pagaría la deuda con el Club de París -integrado por los países del mundo desarrollado- aunque manteniendo la continuidad con su esposo al exigir que se haga sin intervención del FMI. El estilo diplomático cambiará con Cristina en la Presidencia, pero la diplomacia es un instrumento no menor de la política exterior, pero no la sustituye ni reemplaza. El gran test con el cual el mundo mirará la política exterior de Cristina será la relación con Chávez. No será fácil para ella alejarse del presidente venezolano, ya que su marido deja un tejido de bonos, importación de gas oil y negocios cruzados, que genera una trama que no se podrá romper en el corto plazo. Pero una posición activa contra Irán en el marco de la causa AMIA será la política con la cual Cristina -continuando en ello a Kirchner- usará como compensación frente a la alianza regional con Chávez, a quien ha defendido públicamente en el exterior en más de una oportunidad. El viaje a Estados Unidos que realizó esta semana, dejó una asignatura pendiente: el encuentro con Hilary Clinton. Para la senadora argentina, una eventual presidencia de la senadora americana, sería el escenario en el cual buscaría recomponer la relación entre Washington y Buenos Aires, de ahí la relevancia que dieron al encuentro con el ex presidente Clinton. |