El reciente escándalo que se ha desatado por el reclutamiento por parte de los narcos de personal militar, y las filtraciones de información militar a la guerrilla de las FARC refleja algo que es común y casi rutinario. No por ello hay que dejar de ponerle atención para contrarrestar los dos fenómenos. El trabajo de contrarrestar estos fenómenos es la labor de la Contrainteligencia, y de hecho fue esta la que detectó los casos, en esta oportunidad y en muchas otras anteriores. En el lenguaje de la inteligencia, se llama infiltración cuando una persona del bando enemigo se inserta dentro de nuestra organización; y se llama penetración, cuando el enemigo seduce, por cualquier medio, usualmente el soborno, a alguien de nuestra organización para que suministre información. Entonces, para detectar y contrarrestar la infiltración y la penetración existe en todas las estructuras militares del mundo ese servicio o cuerpo especializado que se llama Contrainteligencia. En Colombia hay una sección encargada de esta función en todas las unidades, de batallón hacia arriba. Lo que está agitando la prensa en estos días es la penetración de narcotraficantes en las Fuerzas Militares, por una parte, y por otra la infiltración o penetración de la guerrilla. En nuestro país ha sido más frecuente la penetración que la infiltración en las Fuerzas, salvo casos de muy bajo nivel en que se ha reclutado, por descuido, a soldados guerrilleros. La infiltración y penetración siempre han sido una herramienta, entre otras muchas, de la inteligencia, que es, a su vez, parte esencial del arte de la guerra. Sun Tsu, un estratega chino, trató el tema en su libro “El arte de la Guerra” hace 2400 años. El espionaje, por infiltración o penetración, fue común no solamente en todas las guerras, sino también en la llamada “Guerra Fría”. Se utilizó contra organismos de inteligencia, fuerzas militares y otras agencias de gobiernos de los bloques enfrentados. Un caso reciente fue el de Aldrich Ames, reclutado por inteligencia rusa dentro de la CIA hace poco. Por lo menos nueve agentes de la CIA, ciudadanos rusos, fueron ejecutados por cuenta de la información que él filtró. Su móvil fue el dinero. Recibió en total 2.5 millones de dólares. Este personaje era casado con una colombiana, Rosario Casas, y finalmente fue condenado a cadena perpetua en 1994. Los servicios secretos soviéticos fueron expertos en penetración. En el campo comunista se destacaron también en estas artes los servicios de inteligencia checo y cubano. Este último opera hoy desde Venezuela y está capacitando a los venezolanos. Un caso muy famoso en los últimos tiempos fue la infiltración del servicio secreto británico antes, durante y después de la Segunda Guerra. Cinco jóvenes ingleses comunistas, entre ellos Kim Philby y Guy Burgess , se alistaron en el servicio secreto inglés, pero sólo actuaron cuando habían llegado, muchos años después, a posiciones muy altas. Esa figura, la del agente que se mantiene pasivo durante un buen tiempo, se llama “topo”. En su conjunto estos infiltrados se llamaron “los cinco de Cambridge”, por la universidad de ese nombre donde estudiaron y se afiliaron al comunismo. Ellos en su momento revelaron a los soviéticos casi toda la red de agentes británicos de entonces, entre muchos otros secretos. Por cuenta de la información que pasaron a la KGB decenas de agentes británicos fueron juzgados y ejecutados por la Unión Soviética. Esta red de dobles agentes, que trabajaban para la Unión Soviética, fueron cayendo uno a uno hasta 1951. Casi acaban con uno de los mejores servicios de inteligencia del mundo. Otro caso muy notable de infiltración es el del Teniente Coronel Hugo Chávez y sus compañeros que infiltraron la FAN – Fuerza Armada Nacional – de Venezuela. Estos fueron típicos topos. Ya sabemos el resto de la historia. No es nuevo en Colombia el reclutamiento de militares o policías activos o retirados por parte de las mafias. Desde hace muchos años las organizaciones ilegales reclutaban entre oficiales activos jóvenes, que se retiraban para incorporarse a las organizaciones de la mafia o las AUC. En el año 1993 el Departamento 5 de Comando General desarrolló toda una campaña para crear conciencia entre los jóvenes oficiales de lo que significaba incorporarse al mundo del narcotráfico. Afortunadamente la campaña fue relativamente exitosa y se redujo el número de retiros de oficiales para ingresar a las mafias. Otros oficiales y suboficiales, así como civiles al servicio de las Fuerzas Militares, simplemente han vendido información, sin retirarse de la institución. La guerrilla también ha logrado ocasionalmente penetrar las Fuerzas Militares y la Policía. En cualquier conflicto, y el nuestro no es la excepción, la contrainteligencia es entonces una lucha permanente. Recordemos un episodio reciente. Dos agentes de contrainteligencia, que observaban la casa de la ex esposa de Gustavo Petro, fueron detenidos por la Policía. Con ello se hizo daño a una operación en curso. Después del escándalo de prensa, esta señora admitió que dirigía una organización que busca imponer el chavismo en nuestro país. Los agentes buscaban, precisamente, nexos entre militares activos o retirados con los círculos chavistas. Curiosamente, a la prensa no le pareció reprobable que alguien esté actuando a favor de un gobernante extranjero en nuestro país. En otro país, eso se llamaría Traición a la Patria. Que sepamos, la Fiscalía nada ha hecho contra esa mujer. Obviamente, la inteligencia tiene la misión contraria a la Contrainteligencia: Debe como parte de su trabajo, infiltrar o penetrar al enemigo. En esto ha habido muchos éxitos y algunos fracasos. Dada la naturaleza del enemigo, el fracaso a veces se paga con la vida. Hace unos meses un oficial y un suboficial colombianos fueron descubiertos en Venezuela. Fueron torturados y asesinados, se cree que por la Guardia Nacional. Son héroes que ni siquiera pueden ser reconocidos. ¿Qué hacían allá? Seguían a altos mandos de las FARC, entre ellos a alias Iván Márquez, que entran y salen de ese país sin aparente tropiezo. Su tarea: descubrir cuando, como y por donde entran a Colombia los jefes guerrilleros. Si aquí se detectara un agente de Chávez, como el caso conocido recientemente de un ex cónsul venezolano en Bucaramanga, lo único que se haría es expulsarlo. En este caso, ya se había ido. En cambio, allá a los nuestros los torturan y asesinan. Colombia enfrenta un conflicto interno y uno relacionado con el mismo, el potencial conflicto con Venezuela, país que se inmiscuye sin vergüenza en los asuntos de otros países, entre ellos Colombia. En ambos, la Inteligencia y la Contrainteligencia, tienen que cumplir un papel fundamental. Pero también, conviene recordar que esta es una guerra que no es solamente militar; en el fondo es política. Por eso la infiltración y la penetración no se limitan a las Fuerzas Militares. Han sido más profundas en el poder judicial, en la Procuraduría, en las universidades, en los sindicatos y en la prensa misma. Esa tarea, la penetración e infiltración, es la misión precisamente del Partido Comunista Clandestino de Colombia (PC3), un apéndice de las FARC. Precisamente la campaña que se ha montado contra la inteligencia militar y contra el prestigio de la Fuerzas Militares parece ser un reflejo de esa infiltración. ¿Cuando El Tiempo, u otro medio cualquiera, habla de que la inteligencia es un fracaso, demuestra ignorancia, o esa presentación es el trabajo de infiltrados para debilitar a las instituciones armadas? Si es lo primero, no sabe, quien eso afirma, que detrás de toda operación exitosa contra la guerrilla, que todos reconocen está acorralada, hay una labor callada de inteligencia. La cumplen soldados anónimos de Colombia con grave riesgo para su vida. Su tarea silenciosa es fundamental para mantener nuestra libertad. Si es lo segundo, o sea un trabajo de infiltrados en los medios, el PC3 está haciendo bien su oficio. Los otros fueron Donald Maclean, Anthony Blunt y John Cairncross. Ver Nota |