El Gobierno decidió subsidiar por 90 días a las petroleras para que hagan con las fábricas lo mismo que hacen con los taxistas: venderles combustible líquido al mismo precio que el gas, es decir, más barato. Con esto piensa destinar más gas para las usinas eléctricas y evitar así los cortes de luz.
La cuidada alquimia, que le costará al Estado unos 930 millones de pesos, fue anunciada ayer tras una reunión en la Casa Rosada en la que participaron el presidente Néstor Kirchner; su esposa, Cristina Fernández; el ministro de Planificación, Julio De Vido, y representantes de Repsol YPF, Petrobras y Esso. La iniciativa fue consignada en la resolución 459, bautizada con un nombre de deliberada elocuencia para los tiempos que corren: "Energía Total".
El plan muestra, además, vale decirlo, a un gobierno más decidido a agregar medidas a las ya tomadas el 11 de mayo de 2004, día en que anunció un programa troncal de energía. Hasta ahora, De Vido se había manejado en todas sus intervenciones públicas con una frase que quienes lo frecuentan conocen de memoria: "La Argentina tiene un plan energético que se cumple a rajatabla desde el 11 de mayo de 2004".
¿En qué consiste la nueva iniciativa? Las petroleras prometieron venderle a la industria manufacturera gasoil y fueloil a un precio equivalente al del gas. Con la sustitución, el Gobierno prevé liberar 5,8 millones de metros cúbicos diarios, exactamente el volumen que, según los cálculos de la Secretaría de Energía, les falta a las usinas eléctricas. Eso fue lo que explicó ayer De Vido tras participar del encuentro con Kirchner y las petroleras. Allí estuvieron Carlos Fontes (Petrobras), Enrique Locutura (Repsol YPF), Tomás Hess (Esso) y el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno.
"Va a haber un plus de 800 megavatios", se entusiasmó De Vido durante la brevísima conferencia de prensa. Es la electricidad que podrá generar, por ejemplo, una de las nuevas centrales que se construyen en Timbúes y en Campana, y que el Gobierno espera inaugurar desde marzo de 2008. Pero anoche la pregunta del mercado era la misma de siempre. ¿Habrá suficiente combustible líquido? "¿Lloverá gasoil, como prometió hace un año Moreno?" "Va a haber, va a haber", contestó Hess a LA NACION.
La cosecha gruesa de soja y maíz ya terminó, aunque perdura la siembra de trigo, por lo que el agro no tendrá, hasta septiembre -con la siembra de soja y de maíz-, un consumo tan alto. ¿Y qué ocurrirá en septiembre?, se le insistió a Hess. "Tendremos que tomar las precauciones. Cada empresa lo va a manejar. Yo lo veo factible", contestó. "Es prematuro hablar", calcularon en el mercado.
Sonriendo bajo la lluvia
Un hecho grafica la importancia que tienen para Kirchner las imágenes, los gestos, el marketing. Las tres petroleras involucradas ya sabían perfectamente, desde hace al menos dos días, en qué consistía esta medida, y ayer fueron convocadas sólo para la foto. Fue excluida Shell, que el jefe del Estado ha elegido como enemiga después de que subiera sus precios, en marzo de 2005.
Por otra parte, llueve en el Comahue. Fue la noticia más celebrada por el Gobierno. De Vido estaba sonriente. El pronóstico meteorológico dice que el agua bendita se extenderá por cinco días en esa región, ubicada entre las provincias de Neuquén y Río Negro. Suficiente como para que el peligro de cortes domiciliarios inmediatos se atenúe y, quizá, con la ayuda de las vacaciones, se postergue hasta que afloje el frío. El calor intenso llegará después de octubre. Es el horizonte que, en la intimidad, y a veces ante empresarios, plantean en el Gobierno.
Por eso el ministro no tuvo ayer inconvenientes en hablar del tiempo. "Si mejora el clima -aventuró-, el mercado del gas se va a normalizar en las próximas horas."
La idea del Gobierno es que muchas empresas que no usan grupos electrógenos propios por los elevados costos opten por empezar a utilizarlos y dejen así de consumir electricidad. Se podría contar, si esto ocurriera, con 400 MW más. Que se sumarían a la mayor eficiencia energética ganada (un 20% más) en las usinas por operar con gas, el combustible para el que fueron diseñadas.
El plan costará casi $ 1000 millones, aunque De Vido dijo que serían 300 millones. Cree que el crecimiento económico amortiguará el impacto fiscal. "Es un costo que va a ser ampliamente compensado por el ingreso fiscal generado a partir del mantenimiento de la actual tasa de crecimiento. Va a tener un impacto neutro", dijo ayer. Nunca lo había admitido: el ministro considera, quizá, como los analistas, que los actuales cortes a la industria podrían erosionar la economía. |